Hoy es un aniversario de algo que me gustaría no tener que recordar. Hace tres años tuve un accidente en el mar que tuvo como consecuencia una lesión crónica en mis piernas.
El dolor es relativo. Los primeros días, cuando aún no sabía la gravedad de la lesión, el dolor fue muy intenso, pero se trataba solamente de dolor físico. No quiero decir que el dolor físico no sea importante, pero para mí es más fácil soportar un dolor que sabes que va a estar ahi temporalmente. El verdadero dolor llegó cuando diagnosticaron que el tendón que une dos de los tres isquiotibiales al isquión estaba roto. No sólo eso. Los propios músculos estaban rotos en varios lugares. Cabía la posibilidad de una operación pero mi médico no me lo recomendaba. Estuve en el infierno durante varios días. Nunca estamos preparados para cambios intensos y repentinos, y menos aún cuando se trata de cambios en nuestro cuerpo. Aparecía la posibilidad de que el dolor no fuese temporal. La incertidumbre sobre mi vida como profesora de yoga y amante del surf. La difícil decisión personal sobre la operación sin saber con claridad las consecuencias.
En aquellos días intensos aprendí que sólo existe una medicina para el infierno:
entregarse totalmente a un poder superior
Nunca en mi vida me he sentido más agradecida por todos los años de práctica de yoga, por todos mis maestros.
No sólo por la capacidad sanadora a nivel físico de esta práctica sinó, sobre todo, por la confianza en el Universo trabajada durante años, día a día.
En medio del sufrimiento me sentía plenamente una yogini transitando el camino del despertar.
He aprendido también que lo que soy va más allá de lo que parezco o de lo que soy capaz de hacer. Sentirse “rota” es muy extraño. Tocas un lugar de vulnerabilidad en el que no te sientes plena, entera. ¿Quién soy realmente yo si de repente no puede hacer nada de lo que me identificaba? Ante un evento que te des-estructura, se forma una nueva identidad a tu alrededor. Por un lado nunca he querido sentirme limitada por mi lesión o identificarme con ella. Por otro lado, y aunque normalmente ya no siento dolor y tengo una vida muy activa, no hay un solo movimiento que hago con mi cuerpo que no me recuerde que no es como era antes del accidente.
Así que he aprendido también a convivir con mi cuerpo de un modo más profundo, con mucha más conexión. Existe el miedo de hacerme daño si fuerzo de más, o puedo sentir el trauma almacenado en mis tejidos, a pesar de haber hecho muchísimos tratamientos y terapias para sanar, tanto física como emocionalmente. Así que estoy en un estado de continua escucha. Me ha asombrado la capacidad regeneradora del cuerpo. La inteligencia de la vida que encuentra nuevos caminos neuromusculares. Y sobre todo como los tejidos corporales responden al amor y a la consciencia. Si, he tratado a mi cuerpo con un amor increíble. Y mi cuerpo me ha respondido haciéndose más fuerte y mostrándome la infinidad de cosas que puedo hacer incluso estando “rota”…
En realidad ¿no lo estamos todos de algún modo?
Estos días atrás contemplaba como las lesiones físicas son más visibles y aparentes pero, en realidad, nuestras heridas emocionales y psíquicas son mucho más profundas y dolorosas. El objetivo de las diversas prácticas de yoga es sanarnos a todos los niveles. El proceso es a la vez hermoso e intenso. Hermoso e intenso. Hermoso e intenso. La danza consiste en cultivar fortaleza para aguantar la intensidad y sensibilidad para saborear la belleza.
Hoy quiero celebrar mi cuerpo. Quiero celebrarme a mí misma. Quiero celebrar el yoga. Y sobre todo quiero renovar el compromiso de amarme a mí misma. De amar mi cuerpo aún más mientras voy cumpliendo años y envejeciendo. De amarme y aceptarme incondicionalmente, con mis heridas físicas y mis heridas internas.
Te dejo con un video de mis progresos con una de mis posturas favoritas. Nunca he tenido mucho apego a las posturas de yoga en sí mismas, pero Natarajasana es muy especial para mí por muchas razones. Después del accidente hice un “tablero de visión” y puse una foto mía haciendo Natarajasana. Como un sueño inalcanzable…
Este video fue hace unos meses, dos años y medio después. No practiqué enfocándome en esa postura sinó en sanar mi cuerpo, con mucho cariño y con alineamiento inteligente. Con amor el cuerpo se abre. Y las posturas avanzadas surgen… o no. No es lo más importante.
Es una danza y hay que moverse con el ritmo.